Reposicionando el rol docente: Algunas reflexiones sobre el SIMCE

En los últimos años, y particularmente en los últimos meses, se han acrecentado los cuestionamientos al Sistema de Calidad de la Educación, SIMCE. Las críticas que se le formulan a este sistema de medición, abarcan diversas dimensiones, todas ellas relacionadas con el tipo de sistema educativo que caracteriza a nuestro país.
 
Por. Corriente Popular de Educación

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El debate en torno al SIMCE es una más de las conversaciones sobre educación que, desde algunos años, se ha instalado en el debate público. Desde las movilizaciones estudiantiles y el conjunto de  reflexiones de diversos actores sociales, parece que cada vez existe más conciencia de que el sistema educativo chileno vive un estado de permanente crisis.

Frente al debate en torno al SIMCE, así como frente a otras problemáticas educativas, pareciera que muchas veces han sido los estudiantes secundarios y universitarios, además de algunos sectores académicos, los más activos y críticos. Nosotros, los profesores y trabajadores de la educación, que sostenemos cotidianamente el sistema escolar y que sufrimos directamente las consecuencias de esta “crisis de la educación”, pareciera que estamos rezagados en la discusión sobre los temas que tan directa y concretamente afectan nuestro quehacer. O al menos, no estamos elaborando de manera sistemática las reflexiones que surgen de nuestra propia experiencia.

La falta de tiempo constante que nos aqueja y las diversas demandas a las que nos vemos expuestos, seguro son un elemento a considerar en esta situación. Sin embargo, creemos necesario abrir debates y plantearnos ciertas preguntas como docentes y trabajadores de la educación, que nos permitan repensar nuestra posición dentro de la escuela; respuestas que permitan reposicionar nuestra visión pedagógica en un sistema que insiste en silenciarla, y de paso, fortalecer el vínculo con nuestros propios estudiantes, que no deben asumir solos la carga de transformar un sistema que reproduce la desigualdad.

¿Cómo afecta la lógica del SIMCE a las comunidades escolares, cómo tensiona nuestro quehacer de manera cotidiana limitando nuestras formas de ver y diseñar nuestros procesos de enseñanza? ¿De qué manera el SIMCE nos fuerza a limitar nuestro quehacer pedagógico-profesional? ¿Cómo influye en nuestras clases, en la selección de nuestras actividades, en las lógicas pedagógicas internas de funcionamiento como escuela? ¿Desde qué lógica nuestros salarios pueden depender de indicadores variables como el SIMCE?

En el marco de este debate y en el contexto de una serie de iniciativas para frenar este sistema de medición, que sustenta un tipo de educación mercantilizada y segregadora, la decisión de algunos estudiantes secundarios de no rendir esta evaluación debe invitarnos a reflexionar acerca de cómo afecta el SIMCE nuestra realidad cotidiana en el aula. Pero también, cómo éste determina el sistema educacional en su conjunto y finalmente, el tipo de sociedad que estamos contribuyendo a construir.

Sin duda no podemos desconocer las consecuencias indeseadas que acciones como negarse a rendir el SIMCE pueden implicar en algunas comunidades educativas, como por ejemplo, la pérdida de bonificaciones salariales, la baja en la proyección de las matrículas y evaluaciones asociadas a niveles de avance. Sabemos que el SIMCE se concatena con otros elementos del sistema educacional, asociados a la competencia y a los incentivos económicos. Sin embargo, tampoco podemos seguir avalando el actual estado de cosas. El SIMCE en sus efectos negativos más evidentes, reduce la educación en su función integral, ya que valora algunos aspectos curriculares por sobre otros, sirve para adiestrar y entrenar más que para desarrollar el pensamiento crítico y autónomo, se utiliza para categorizar y establecer rankings  sin considerar la realidad socioeconómica de los establecimientos, entre otros aspectos.

En consecuencia, es momento de recuperar el protagonismo de los docentes en los debates pedagógicos que hoy se desarrollan en el país. Creemos en la posibilidad de recrear nuestra voz colectiva, construyendo espacios y retomando nuestro papel activo dentro de las comunidades escolares. Superar la lógica de la competencia dentro de los procesos educativos, avanzar en la pertinencia de lo que enseñamos y cómo lo evaluamos, son aspectos iniciales para releer el rol que podemos jugar en nuestro quehacer y recuperar el sentido de nuestras escuelas. 

popular.corriente@gmail.com / Facebook: Corriente Popular de Educación

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