Cantos de sirena electorales

Cantos de sirena electorales

Ha pasado más de una semana desde las primarias de la Nueva Concertación o Mayoría Conservacionista o Concentración Mayoritaria (o algo así) y de la derecha, y aún las loas y alabanzas no terminan. Como si de una epifanía se tratara, la candidata ungida emergió de entre las encuestas, para liderar el proyecto esperanzado de un país que no encuentra salidas a las cerrazones dictatoriales y la connivencia interesada de 24 años de gobiernos “democráticos”. Por ello, lo primero que llama la atención es el nivel de triunfo de la candidata Michelle Bachelet en relación al resto de los competidores. Una victoria arrasadora al igual que la violencia de las marchas, es decir: parafernalia televisiva.

“Todos estos, viviendo como vivían a costa de la política, se habían puesto de común acuerdo y habían formado una especie de coalición hábilmente organizada y, gracias a la cual, se las arreglaban de manera que, la mayor parte de las veces, perdieran tanto el uno como el otro contendiente. Al final redujeron a tal estado de miseria esa profesión, que cualquier mediano político, en el que hubiera brotado una ligera sombra de la antigua virtud, los habría puesto en ridículo con gran admiración del mismo Chile que, con tan poca prudencia por su parte, los honraba”[1].

 

Cuando el árbol no deja ver el bosque

Quizá la percepción de triunfo asociada a las primarias no habría sido tal si las expectativas no hubieran sido tan bajas. Organizadas bajo un principio militar[2] que llevó a reducir a un tercio la cantidad de mesas disponibles respecto a una votación normal, lo que generó una percepción de urgencia por votar, que no se había observado aun en elecciones voluntarias. Sin embargo, creo que no hay que moverse a engaños. Lejos de lo señalado por los excelentísimos comentaristas de actualidad, estas elecciones fueron bastante mediocres. Un par de razones me mueven a afirmar esto:

A pesar de toda la campaña de desinformación por los medios de comunicación oligopólicos que apelaban al deber cívico, sólo unx de cada cinco chilenxs votó por el duopolio. Bastante poco para ser un “deber”.

Respecto al nivel etario es francamente patético celebrar cuando casi 1/4 de los votos de una de las 2 coaliciones se concentra en 5 distritos[3], y cuando, además, el promedio de edad de los votantes en ambos pactos es idéntico al que se encontraba inscrito antes de la inscripción automática. El propio Eugenio Tironi (representante político de intereses empresariales como Hidroaysén), reconoció esta desviación etaria hacia el segmento de los votantes de mayor edad en el Programa Tolerancia Cero del domingo 7 de julio.

Pero, quizá el punto más claro de esta mediocridad se evidencia mejor cuando tomamos un punto de comparación de estas elecciones. Yo creo que éste tertium comparationis debe buscarse en las edilicias del 2012, y no en otras primarias, como han intentado instalar los analistas políticos. Esto debido a dos razones. En primer lugar, pues más que fijarse en la cantidad de votantes respecto a las primarias Lagos – Zaldívar (1999), o Lagos – Frei (1993), hay que fijarse en el financiamiento de ambas y la capacidad de empadronamiento que tuvieron en su momento. Pues, mientras las anteriores dependieron en su organización de los partidos y la coalición que las propiciaban, en estas últimas primarias lxs cuatro chilenxs que nos quedamos en la casa le financiamos su derecho a elegir a su candidato al chileno que fue a votar… en un sistema presidencialista con balotaje o segunda vuelta[4]. Es decir, una vez más la estructura tributaria, el sistema de AFP, el sistema educacional y la salud, como modelos de subsidio a los más ricos. En este caso, subsidio al voto de los más ricos. Pues no creo que nadie se atreva a discutir que ambas coaliciones son lejos, históricamente, las que más han gastado en campañas electorales, y lo más probable es que esto se volverá a repetir el 2013. Así las cosas, vale la pregunta: ¿tan necesitados quedaron después de la abstención del 61% del 2012 que este año tuvimos que financiarle sus lujos, incluidos, los políticos?

La segunda razón es más obvia aún: un padrón que crece en casi un 50% y donde por primera vez participan las dos coaliciones, lo mínimo que podía esperar era obtener votaciones proporcionales a esto. Lo que no sucedió, pues la ½ de la votación en ellas no fue a una coalición, sino a una candidata solitaria, que ni siquiera tuvo necesidad de alguno de sus acompañantes de pacto para lograrlo.

Por más que le cueste reconocerlo al establishment, esta fue una victoria pírrica. La detención por un momento del tsunami electoral[5], gracias al manejo de la información.

 

Caudillismos y militancias

Ya algunos autores han remarcado el vínculo entre la votación de Bachelet y el fenómeno del caudillismo[6]. ¿Qué duda cabe si más de la mitad de los votos se fueron a ella? Es cierto, los partidos que la apoyaban eran una verdadera patota al lado de sus competidores. Pero, nuevamente, si consideramos la elección del 2012, lo señalado por el presidente del partido democratacristiano, Ignacio Walker, no es inverosímil. El candidato de su partido obtuvo (en una primaria, o sea, donde votan los electores convencidos) la mitad o menos del  porcentaje del año anterior. Es decir, la candidata triunfadora fue capaz de socavar las propias bases del que otrora fuera el partido más fuerte de la Concertación. Pero, esa es sólo la mitad vacía del vaso, la mitad llena representa un voto duro asociado a la propia candidata, una figura cristológica, como la llamó alguien por ahí.

Como lo ha señalado Ernesto Laclau la figura del caudillismo es parte constitutiva de la identidad latinoamericana. Y Chile, no debiese ser la excepción, a pesar de que la historiografía tradicionalista ha intentado borrarlo de nuestra identidad. Carlos Ibáñez del Campo, Arturo Alessandri o el mismo Eduardo Frei padre, exceden ampliamente sus esferas de significación ideológica. Por ello no resulta extraño el fenómeno Bachelet hoy.

El problema comienza cuando esa figura caudillista necesita encarnarse en el sujeto real, pues la hoy candidata mayoritaria, lejos de esas representaciones caudillistas, es una militante disciplinada y casi opaca en su escenario partidista. Probablemente si no hubiera encarnado una especie de niña símbolo[7] de la transición chilena nunca habría llegado a tener el éxito comunicacional que tuvo. A pesar de que en su gobierno se aprobó la mayor cantidad de centrales termoeléctricas, que se asesinó mapuches y se les aplicó la ley antiterrorista a sus reivindicaciones, que se engañó al país con la Ley General de Educación y se inventó los multifondos en las AFP como fórmula de mejoramiento de las pensiones, entre una larga lista de renuncios de la candidata en su anterior gobierno, su figura permanece impoluta.

Los especialistas náuticos dicen que el Titanic quizá no se habría hundido si su capitán hubiera estado mejor preparado para un buque del tamaño que le tocaba dirigir. Nadie podría culparlo. Tampoco, seguramente, los primeros en montar a caballo, conducir un auto o volar un avión estaban preparados para hacerlo. Menos aún podría estarlo quién debía dirigir la mayor obra de transporte producida por mano humana.

Creo que el ejemplo es ad hoc a nuestra realidad, mal que bien la candidata en su primer gobierno dejó hacer a sátrapas como Pérez Yoma, negligentes como Patricio Rosende, ineptos como Sergio Espejo, neoliberales como Andrés Velasco, o defensores del lucro en educación como Mónica Jiménez. Aunque nadie pudiera dudar de las buenas intenciones o probidad de la candidata, tampoco se puede obviar que representa un viejo modelo de militante formado al amparo de la Guerra Fría, cuando la mera obediencia al proyecto era el valor central. Así las cosas, la contradicción entre las esperanzas de redención popular a las condiciones en que nos han dejado 41 años de políticas neoliberales y las condiciones de militante disciplinada de quien encarna esa esperanza, es una realidad que, ni con todos sus publicistas políticos, el sistema logra borrar.

 

La manzana de la discordia de Bachelet

Según cuenta un antiguo mito griego[8] la diosa Eris (Discordia) envidiosa por no haber sido invitada a la boda de Peleo y Tetis lanzó en el medio de ella una manzana de oro para la diosa más bella del Olimpo, ante lo cual reaccionaron Hera, Atenea y Afrodita, creyéndose las 3, dignas merecedoras de dicho trofeo. Incapaces los dioses de decidir y enemistarse con alguna de ellas, delegaron en el príncipe Paris de Troya la resolución del conflicto. Esto a la larga terminaría desencadenando la célebre guerra homónima con la consabida destrucción de Troya por parte de la liga de los Helenos.

Y si Michel Bachelet no se comporta como una caudillo, eso no implica que sus afanes por renovar la política, contra los propios partidos políticos que la apoyan, no termine siendo una manzana de Eris. Después de todo al señalar como su ungido a Giorgio Jackson[9] y decir que candidatos como él o Camila Vallejo le hacen bien a la política si son elegidos, abre un amplio espectro de posibilidades. Pues el problema no está en elegir a un candidato fuera de su pacto para apoyar, sino en el uso de este “como”. Al apelar a este adverbio de comparación, Bachelet ha abierto un amplio espacio de interpretación al significado que dichos candidatos pueden tener. Detengámonos en algunas interpretaciones de este “como”. Puede ser que le hagan bien a la política porque son jóvenes, o sea no corrompidos o corruptos aún. Tal vez se deba al lugar del que surgieron o el modo en que lo hicieron o el contexto en que sucedió. Es posible que se deba al contenido de su mensaje o la forma en que se transmite. Tal vez se deba a su condición de privilegiados educacionales[10], pero sea la razón que sea, la interpretación cabe. Habrá que ver cómo los desgastados partidos políticos harán para borrar el “como”, sin embargo, queda claro que no será fácil y que una parte importante de los votantes de la candidata en noviembre harán un uso interpretativo libre del adverbio, abriendo la posibilidad de un voto cruzado que no necesariamente se chorree hacia los candidatos que logren salir en la foto con ella.

 

Las batallas decisivas deben lucharse con todas las fuerzas disponibles…

Así llego al punto final de este análisis heterodoxo respecto a las opiniones dominantes en el círculo de los analistas políticos. Y lo hago señalando dos aspectos que hoy considero los más relevantes: 1) como los señalamos[11] quienes participamos de la asamblea yo no presto el voto, la abstención del año 2012 fue altamente politizada y no señal de apatía, como se encargaron de remarcar majaderamente los medios de comunicación oficial y los analistas del establishment; 2) en esta última elección el centro político no desapareció, sino que hoy es encarnado por la propia Michelle Bachelet y su coalición Nueva Mayoría.

El primer punto hoy es bastante aceptado, especialmente luego de las primarias donde el tercio de mesas respecto a las del año 2012 generó la imagen de una alta afluencia de público, a pesar de haber llegado (apenas) a un poco más de la mitad de los que votaron el año anterior. El argumento principal de quienes defienden la politización de las primarias pasadas está en la comparación con las primarias anteriores, como ya lo he señalado. Sin embargo, no hay que moverse a engaños, la respuesta de las dos coaliciones del duopolio fue apostar sus cartas más seguras negándose a correr cualquier riesgo. Pues, mientras en la derecha incluso bajaron a Golborne para instalar a los dos principales íconos de cada partido, en la primaria; en la Nueva Concertación, la instalación de Bachelet en competencia con: un elegido en primarias democratacristianas, el presidente del Partido Radical Social Demócrata y el representante de la derecha liberal (existente desde los orígenes de la Concertación), expresó la salida menos creativa, en términos políticos, vista en las más de dos décadas de democracia. Apostar a Bachelet fue el último recurso de un sistema político desgastado, incapaz de renovarse y con escasa imaginación.

Por contraparte, el movimiento social por la educación ha podido actualizar sus rostros[12], estrategias y tácticas políticas, y hasta las consignas[13] que lo mueven a la acción. Mientras el establishment apuesta a la moderación, lo conocido y lo obvio, el movimiento social por la educación (como punta de lanza de las demandas sociales no resueltas) lo ha hecho, sistemáticamente, por la innovación, el cambio y la ruptura con los cánones dictatoriales, asumidos en forma tácita. Y esto que es su signo de identidad, es también lo que permea la crisis de las fuerzas políticas electorales que intentan representar esa identidad. Más de cuatro candidatos tratan de encarnar las distintas luchas sociales, llevando agua a su molino y restándosela al resto. Pues, si los cuatro juntos, con un programa común y una lista parlamentaria única, podrían dar una muestra de seriedad que reinstalara definitivamente una opción electoral de izquierda en el escenario chileno, su separación es la muestra más patente de una opción política atenazada por la enfermedad infantil que Lenin describiera hace poco menos de un siglo[14].

Y es que cuando algo se encuentra en crisis no afecta sólo a los directamente involucrados, sino al sistema entero. Tendrá que pasar aún algún tiempo antes que la política electoral logre reflejar los avances que la sociedad ha realizado combatiendo en las calles, las escuelas, las universidades, las empresas, etc., durante la última década.

Es de esperar que cuando ello suceda no sea demasiado tarde para las expectativas de quienes creen en la vía electoral.

 

Mario Sobarzo

Integrante de Centro Alerta

 


[1] La frase se encuentra al final del libro uno de Historia de Florencia de Maquiavelo. He marcado en cursivas mis cambios adaptándolo al contexto chileno. Respectivamente cambié las palabras guerra por política, capitán por político e Italia por Chile.

[2] No por nada el director de SERVEL es un militar en retiro, acusado por múltiples voces de haber sido partícipe en la caravana de la muerte, pero al igual que el coronel Labbé o el propio Pinochet o los ejecutivos farmacéuticos, no es medido con la misma vara por la justicia.

[3] Para este dato, véase: Salcedo, Rodrigo. Las elecciones primarias: Un golpe casi mortal para la derecha.

En:  http://nuevociclo.cl/2013/07/04/las-elecciones-primarias-golpe-casi-mortal-para-la-derecha/

[4] El aparato analítico del establishment ha debido salir a reconocer lo “extraño” de esto, a pesar de sus pesares. Pues, si existe segunda vuelta no se justifica una primaria de sólo 2 fuerzas que, además, igual deberán competir en noviembre con otros 5 candidatxs. Además, si se da la tendencia ocurrida desde la tercera elección presidencial post dictadura, probablemente se pase a segunda vuelta. Es decir, los otros 4 chilenxs que no votamos por ninguna de las 2 fuerzas duopólicas habremos tenido que financiar una elección que no definió otra cosa más que la selección de 2 pre candidatos presidenciales que no logran ser mayoritarios. Un timo absoluto.

[5] Para esta idea véase: Zibechi, Raúl. Chile del Terremoto Político al Tsunami Electoral. En: http://www.centroalerta.cl/chile-del-terremoto-social-al-tsunami-politico/

[6] Véase, por ejemplo: Escobar, Santiago. Michelle Bachelet y el Caudillismo Moderado. En: http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/07/02/michelle-bachelet-y-el-caudillismo-moderado/

[7] Como sabemos el concepto fue acuñado en la Teletón, el primer telereality de la televisión chilena. Fundamento basal de la política subsidiaria y asistencialista de la dictadura militar que requería de la sensibilización mediante el recurso publicitario fácil y directamente dirigido a la emocionalidad más básica. Durante años fue utilizada por empresas que lucraban con la desgracia y la escasa cobertura social de la dictadura militar, heredada luego por los gobiernos democráticos, que no tenían problema en disfrazarse con tal de mantenerse en el poder.

[8] Para esta descripción véase: Velasco López, Henar. Prolegómenos de la Guerra de Troya. En: http://web.usal.es/~hvl/Mitos/prolegomenatroiana.htm

[9] Desde Bélgica, el propio candidato a diputado por Santiago centro, Jackson, negó que vaya a ir en la lista parlamentaria de la Concertación en el cupo del PPD.

Véase: http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2013/07/09/giorgio-jackson-descarta-ir-como-diputado-por-santiago-en-cupo-del-ppd/

[10] No vienen de universidades privadas, y más aún, al interior de las que componen el CRUCH, ellos son estudiantes de las privilegiadas. Universidades burbuja como las llamó la fundación Equitas.

[11] Véase: Sobarzo, M. Ocho tesis para abrir el debate. Documento interno de la asamblea yo no presto el voto.

[12] Desde la época del 2006 (por poner sólo un hito) hasta ahora, los chilenos hemos visto desfilar a César Valenzuela (cooptado por el candidato senatorial Camilo Escalona desde el mismo año de la revolución pingüina), Juan Carlos Herrera, María Música, Eloísa González, Pablo Toro, Alfredo Vielma, entre una larga lista de voceros y líderes que han sido capaces de encarnar las demandas y propuestas que un año tras otro este movimiento ha ido levantando.

[13] Fin a la LOCE, educación gratuita, control comunitario, yo no presto el voto, compendio de la CONES y propuesta educativa de la ACES, por nombrar sólo algunas.

[14] Entiendo por ella una disociación entre la capacidad analítica y las fuerzas materiales, lo que lleva a una sobredimensión del discurso, en desmedro de la acción política. Es un discurso delirante, cerrado en sí mismo, incapaz de plantearse una opción que levante fundamentos materiales sobre los que sustentar los cambios que el discurso se propone.

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