El movimiento estudiantil más allá del “peticionismo”

El peticionismo, es la antigua práctica de demandarlo todo al Estado (o al empresariado), cuestionar esto es uno de los mayores aportes del movimiento de secundarios/as. Este vicio históricamente ha sido promovido por grupos que sobrevaloran la institucionalidad, carecen de una visión a largo plazo, ignoran la necesidad de construcción social o tienen la necesidad de “conducir” (o ponerse al frente) mediante el efectismo, la apariencia o tener un lugar en la negociación. Se alejan así de las soluciones radicales  (las que buscan la raíz del problema), que proponen soberanía e igualdad.

El movimiento secundario, gestado con fuerzas de magnitud histórica, encabezó la marcha en Santiago más grande en décadas, mantiene aún numerosas tomas, esta autogestionando colegios[1], tiene a miembros en huelga de hambre, se enfrenta con la policía, los secuestran, amenazan e invisibilizan y exige  (no pide)  en nombre de todos los que viven en Chile, educación digna y gratuita. Además es horizontal, dice no a los partidos, a las jerarquías, a la negociación y a la transa. Tienen visión de largo plazo, pues hace años que viene haciendo tomas, asambleas, cortes de calle, actividades educativas y culturales, participa en bibliotecas populares, escuelas autogestionadas, grupos culturales, se autoeduca. Por eso hoy propone la autogestión y la soberanía, la participación en las escuelas, remplazar las dirigencias partidistas, aumentar el trabajo en la base, proyectar asambleas barriales, y la autoeducación en diversidad de espacios, solo así será es posible recuperar el cobre, la previsión, la salud, el transporte público y la vida. Pretende también inaugurar un proceso de creciente reflexión y participación social, comienza, de a poco, a sumar organizaciones de trabajadores y pobladores para transformar la sociedad.[2] Sus bases son revolucionarias, por eso el poder no los entiende y los que quieren poder para su pequeño grupo, tampoco.       

Después de enfrentar la desinformación, la represión, la criminalización, la farandulización, manipulación legislativa, comisiones, mesas de diálogo y consejos varios ¿Por qué se insiste en una salida institucional que reduzca las demandas a lo posible? El movimiento desde hace años que viene teniendo objetivos de largo plazo, lo señalaba un estudiante “La movilización nos fortalece, nos permite hacer actividades y mejorar nuestra organización”, agregaba “esta movilización la venimos preparando hace años”. Por eso es extraña la pregunta por la salida política. ¿Qué salida? ¿Una que permita volver a la normalidad? ¿Una que nos permita ganar un poco cuando lo pedimos todo? Es mejor otra pregunta ¿Qué hacer después de haberse constituido un movimiento tan grande? ¿Cuáles son las nuevas expectativas de este nuevo movimiento social?

Ahora decenas de miles en las calles, después de largas jornadas de protesta, después del amplio apoyo internacional, el terreno de lo legítimo ya se amplió y es fundamental no perder el rumbo: educación gratuita, integral y participación. Jorge Awad presidente de la asociación de bancos, aventuró la necesidad de hacer una reforma tributaria. Al parecer el empresariado reconoce la potencia del movimiento y el efecto que esto puede tener en el mediano plazo. «A mí lo que me interesa es que el Chile de 2025 ó de 2030 tenga un ingrediente de amistad cívica distinta al de hoy» (El Mercurio 7 de Agosto 2011). De facto la movilización social instaló temas que hace unos meses no imaginábamos que podríamos estar discutiendo.  Esta es otro aporte del movimiento, transmitir masivamente que la naturaleza de la sociedad no es fija e inmutable sino que como conjunto de las relaciones sociales humanas puede transformarse y modelarse las necesidades de la mayoría. Se inaugura la posibilidad de que el 2025 sea declarado el año de la soberanía popular, y que por fin vivamos en justicia y libertad, emancipados de la imposición de una amistad cívica timorata e hipócrita, inconsciente de la agresión cotidiana del capital. 

En este sentido no hay razón para mover, cambiar, adecuar, la demanda estratégica  del movimiento (gratuidad, no lucro y dignidad), ni siquiera para plebiscitarla. Esta demanda ha sostenido años de movilizaciones y de fortalecimiento de la organización popular, al calor de luchas que nunca transaron los principios de la organización.  Por otra parte ha sido el terreno fértil, para potenciar la autoeducación de las bases, la organización de iniciativas de autogestión, para crear lazos sociales de colaboración, donde nuevos sueños se cimentan; sueños, organización  y redes de colaboración en el mundo popular base ineludible para romper de verdad con el modelo neoliberal.  

www.opech.cl

www.centroalerta.cl



[1]Ver video  sobre autogestión Liceo Barros Borgoño http://vimeo.com/27378460. Ver también declaración Liceo Autogestionado Eduardo de la Barra: Una de las semillas creadoras de esperanza para el levantamiento de una educación liberadora.

[2]Lo vienen diciendo desde Junio del 2006 cuando un vocero nacional de la ACES señalaba «Entramos en otro proceso de movilizaciones, el cual se trata de construir un proyecto de Educación para Chile» y agregaba “Nuestra crítica no es solo contra la exclusión, no nos queremos integrar. Nosotros luchamos contra esta forma de vivir”.

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Un comentario

  1. Si bien aquí estamos luchando por la Educación Publica, no estamos luchando por la educación publica autogestionada (con lo bonito que pueda parecer esa experiencia), las demandas se dirigen hacia una participación predominante de Estado en la educación; No se las estamos pidiendo ni a Dios ni al viejito pascuero, es pensando en el Estado, y en las posibles respuestas de este que se están levantando las movilizaciones. Y ahí las posibles salidas, mesas con el gobierno (2005 fail), trabajo en grupos de 80 personas y acuerdos en el parlamento (Fail 2006-2007) o plebiscito. Las barricadas, presiones materiales, marchas, paros, etc. son meras herramientas, medios, y en ellos no se simienta el poder popular, sobre todo un poder que aspire a hacer política, donde hay que entrar a negociar y pactar con distinto actores y sectores (que por lo pronto también se encuentra en el movimiento estudiantil, porque pensar que los sectores sociales que apoyan y adhieren a la movilización son políticamente homogenios y quieren la revolución, es ver la cosa de manera bastante ingenua). Si el movimiento social no sale, como no ha salido nunca, al campo donde se toman las decisiones ahí radica su peticionismo, y que si se opone tajantemente a tomar esa clase de posturas, quédese en la casa, vendale ideología a algunos estudiantes de ciencias sociales o de filosofía y espere, sea paciente, que algún día vendrá la revolución

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