La Inanición Electoral Chilena y la Nueva Forma de Hacer Política del Movimiento Social

Juan González, Marcelo Reyes, Rodrigo Sánchez y Mario Sobarzo[1]

Una larga crisis electoral

Santiago, 15 diciembre de 2013, 19 horas. Con menos de un 20% de las mesas escrutadas la alegría ya se perfila en el comando de Michelle Bachelet. El triunfo de la candidata superará a la larga ampliamente los mayores porcentajes en la reciente historia democrática del país, llegando a un 25% más que el porcentaje obtenido por la representante de la derecha (62% vs. 37%). Sin embargo, a pesar de la evidente alegría generalizada, la cara de preocupación de los analistas electorales de la Nueva Mayoría no deja lugar a dudas. Bachelet ha perdido casi un 10% de los votos que la llevaron a la presidencia el año 2006: casi 300.000 menos. Por otra parte, la debacle electoral de la derecha es una más de las señales que evidencia la triple crisis (Sobarzo, 2012) del sistema político chileno y que todos los mecanismos publicitarios utilizados por el establishment no logran revertir.

1 millón y medio de electores menos  sufragó respecto a su primera elección frente al actual presidente, Sebastián Piñera, en consecuencia esta terminó convirtiéndose en la elección presidencial con menos participación desde el año 1990: apenas 5 millones y medio de los más de 13 millones que componen el padrón electoral chileno (un 42%), y levemente superior al 40% que había participado de las elecciones edilicias de 2012, que registra la peor participación en la historia democrática reciente.

Las crisis de legitimidad, crisis de representatividad y crisis de operatividad de la democracia chilena no han logrado ser paliadas ni siquiera por el supuesto magnetismo de la ex presidenta que deberá asumir en marzo de 2014, en medio de movilizaciones sociales a lo largo del país. Pero, ¿cómo se llegó a esta situación de crisis triple de la política chilena?

Para entender el escenario actual es necesario observar no sólo el comportamiento electoral, sino también el ciclo de luchas sociales que han agitado al país de la mano del protagonismo adquirido por la juventud popular, cuyo principal eje convocante ha sido la educación, aunque hoy se haya trasladado a múltiples ámbitos de la vida y cuestionan directamente el modelo económico y político. En lo que sigue nos detendremos en dos momentos: en primer lugar intentaremos sintetizar el contexto de esta crisis triple; en segundo, reflexionaremos sobre la legitimidad de las prácticas políticas que surgen desde el movimiento social, ante esta crisis.

Escenario

Las elecciones del año 2013 fueron una novedad para el contexto chileno. A las tradicionales realizadas cada cuatro años de Presidente y el Congreso se le sumó la de Consejeros Regionales (CORES). Esto ya en sí fue uno de los primeros indicios de que la cosa no andaría bien, pues esta última elección debió haberse realizado el año 2012 en conjunto con la elección de alcaldes y concejales, sin embargo ni el gobierno de la derecha ni la oposición parlamentaria se percataron (literalmente) de que debían realizarlas ese año, por lo que a última hora tuvieron que despachar una ley express para hacerlo el 2013, sumando una papeleta más. Además de esto, en abril habían debutado las primarias obligatorias al interior de los pactos electorales. Sin embargo, estas primarias no fueron tan obligatorias, pues de hecho la coalición finalmente ganadora, Nueva Mayoría, liderada por Michelle Bachelet, no logró ponerse de acuerdo en las fechas establecidas por la ley que ellos mismos aprobaron, por lo que no pudo realizar sus primarias para el Congreso en el marco legal y tuvo que hacer unas posteriormente, organizadas, por ellos mismos: en 11 distritos de los 60 que componen el sistema electoral chileno. De este modo la única primaria que se realizó en el marco legal fue la presidencial. En ese momento el presidente del servicio electoral era un ex militar quien finalmente tuvo que renunciar por su lenocinio en causas de derechos humanos (UChile, 2013). Debido a su formación militar el presidente del SERVEL preparó un simulacro electoral con sólo un tercio de las mesas que componen una elección tradicional (Sobarzo, Cantos de Sirena Electorales, 2013), gracias a esto pudo revertir en parte la escandalosa imagen del 2012 cuando incluso hubo mesas en las que no se emitió ningún voto, ni siquiera la de los propios vocales obligados por ley a cumplir el deber de salvaguardar el debido proceso electoral. Esta elección primaria se convirtió en algo inédito que auguraba un éxito y un triunfo avasallador de la candidata finalmente ganadora, lo que hemos señalado sucedió, aunque lo haya hecho con menos votos que en su primera elección.

Ya hemos dicho que el sistema político chileno vive una triple crisis.

En primer lugar, es escasamente representativo de la diversidad social e ideológica de la sociedad chilena (Figueroa, 2013). Más de la mitad de sus congresistas estudiaron en colegios particulares pagados donde se forma el 7% de la población total escolar, con costos superiores a los 200 dólares mensuales y en que los 10 mejores en el puntaje de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), según un ranking confeccionado por el “Diario de Agustín Edwards”[1], llegan a valer entre 500 y 1000 dólares mensuales, y se encuentran mayoritariamente en tres comunas de la capital (Mercurio, 2013). Los políticos chilenos son parte de una casta que gobierna el país desde hace mucho tiempo, pero que ha adquirido nuevas dimensiones gracias a la constitución de Pinochet[2].

En segundo lugar, crisis de legitimidad. Las elecciones de alcalde del año 2012 fueron las primeras ocurridas en el marco del voto voluntario, una transacción del sistema político a las movilizaciones estudiantiles del año 2011, que se pensaba podían revertir la constante  merma de inscripciones en los registros electorales. Esto había tenido un impacto directo en el envejecimiento del padrón electoral, que se mantuvo casi idéntico al del plebiscito del año 1988, y tendía paulatinamente a desaparecer. El sistema electoral pinochetista y el propio Pinochet se mantuvieron incólumes hasta que emergió la movilización social, al punto que el ex dictador fue defendido por el Gobierno de Frei, a través del actual Canciller de la OEA, José Miguel Insulza, mientras se encontraba solicitado por la justicia española por crímenes de DD.HH.

Este sistema político, consagrado en la Constitución, tiene cinco frenos para la voluntad popular, gatillando de este modo su crisis de operatividad respecto a los intereses de la mayoría.

En primer lugar un sistema electoral binominal que beneficia a los pactos con mayor poder económico excluyendo a los candidatos que participan fuera de ellos. En segundo, los altos quórum para cambiar sus artículos centrales lo que lleva a que aunque la coalición ganadora tenga 67 diputados de un total de 120 no puede reformar la Constitución. Además, los distritos electorales que componen el sistema electoral fueron diseñados por la dictadura para beneficiar sus zonas de apoyo y benefician claramente a los sectores más ricos de la sociedad chilena, concentrando incluso las zonas donde residen y donde obviamente se educan los políticos y sus hijos a tal punto que; de los Colegios San Ignacio (de los jesuitas), el Verbo Divino, el Tabancura, el Saint George’s y el Grange egresó casi el 20% de los principales líderes del Congreso y el Gobierno actual. En cuarto lugar, no se permiten los plebiscitos de ningún tipo para temas legislativos ni constitucionales. Y, por último, el político, una vez electo, deja de ser representante de sus electores para convertirse en soberano de ellos[3], que no pueden revocarlo y que ni siquiera pueden pedirle explicaciones por su comportamiento en temas legislativos (Alerta, 2012).

Después de más de 20 años la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas ya no cree en el sistema democrático sustentado en la constitución de Pinochet. Desprecia a los políticos y tiene una percepción de que el sistema está arreglado en beneficio de ellos. Es difícil no darles la razón cuando se observa que los directorios de las megaempresas eléctricas (en que se convirtió la privatizada industria estatal nacional) están llenas de nombres de ellos. Lo mismo los de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs), cuyos accionistas son las grandes fortunas del país, y en que los chilenos y chilenas estamos secuestrados, pues es obligatorio cotizar y no existe ninguna alternativa estatal. Hasta los canales de televisión pertenecen a estas fortunas y tienen sus propios políticos, como el clan Luksic (una de las mayores), que contrató desde el año de su compra hasta el 2013, de director de su canal al actual ministro de educación de la nueva presidenta: Nicolás Eyzaguirre Guzmán[4]. Así podríamos seguir con las mineras, las salmoneras, las portuarias, etc., etc. Cada una de ellas tiene sus propios políticos. Por eso cuando ocurrieron las gigantescas marchas del año 2011 la impugnación a los políticos fue recurrente. Las funas a estos afectaron incluso a Michelle Bachelet quien recibió un escupitajo en un acto en el norte de Chile durante su campaña presidencial de 2013. La palabra “funa” es de origen mapuche y es el equivalente para referirse al “escrache” rioplatense. En mapuzungun significa podrido y durante el 2012 fue convertido en campaña abstencionista por parte de una asamblea de organizaciones sociales, políticas, culturales, territoriales, que se aunaron en torno al llamado realizado por la organización de estudiantes secundarios que lideró las tomas del año 2011, la ACES (Brook, 2012). Esta campaña y otros muchos llamados a no votar, que hace años surgen en las  poblaciones del país, han politizado paulatinamente el rechazo electoral, encauzándolo hacia variadas alternativas de organización.

Por ello la Nueva Mayoría[5] el año 2013 incluso blindó a un candidato que no era de su coalición restándose de llevar competidores en la circunscripción en que postulaba para asegurarle su elección como diputado. Este candidato había sido presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (la misma de Jaime Guzmán) durante las movilizaciones de 2011 y la candidata Bachelet le había dado su apoyo explícito. Finalmente cuatro ex presidentes de federaciones de tres universidades y un dirigente social del levantamiento de Aysén el 2012 terminarían siendo electos como emblemas de los afanes renovadores de la política chilena. Gracias a ellos los diputados que se han reelegido sistemáticamente desde el año 1990 hasta hoy (siete elecciones) pueden parecer algo más que caciques de país bananero. Esta nueva bancada social (como la ha llamado una parte de la prensa, controlada por los mismos grupos económicos), pretenden ser la demostración de una nueva forma de hacer política, que por fin podrá romper los cercos antidemocráticos de Pinochet. El problema está en que esta también fue la elección de diputados y senadores con menor participación en la historia democrática chilena reciente. Si esta es la nueva forma de hacer política no parece que logre motivar a la mayoría ni menos que exprese a las multitudes que han copado las calles y dado la lucha en miles de espacios pequeños y anónimos. Creemos que la nueva forma de hacer política que la sociedad chilena está creando está lejos de la institucionalidad política desgastada y que más bien se encuentra en conflicto con ella, por eso no puede ser cooptada tan fácilmente. No la pueden expresar ex-presidentes de federaciones de las universidades más elitistas del país, que aunque pertenezcan al Estado tienen lógicas de funcionamiento privadas, cobrando aranceles (los de la Universidad Católica están entre los más altos del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, CRUCH, y son comparables con los de las universidades más caras del sistema) y seleccionando a sus estudiantes mediante pruebas estandarizadas que generan que hasta dos terceras partes de su matrícula provenga de colegios de elite. Como hemos señalado, en Chile opera un apartheid educacional que sostiene y reproduce la conformación del sistema social.

La investigación de la Universidad de Chile La ‘parte del león’: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile de los economistas Ramón López, Eugenio Figueroa B. y Pablo Gutiérrez (López, Figueroa B., & Gutiérrez, 2013) muestra en forma dura esta realidad: la participación en el ingreso personal total es extraordinariamente alta, llegando a más de 30% del PIB para el 1% más rico, 17% para el 0,1% más rico y más de 10% para el 0,01% más rico en promedio durante el periodo 2004-2010, siendo mayor que la de cualquier país con la que se lo compare. De este modo es posible comprender cómo el país puede tener un ingreso per cápita de 20.000 dólares, pero un trabajador con jornada completa que gana el sueldo mínimo legal se encuentra por debajo de la línea de la pobreza.

Claramente, pensamos, que lo que la casta dominante considera como nueva forma de hacer política tiene poco que ver con lo que el resto mayoritario de la sociedad considera unas verdaderas nuevas formas de hacer política, remarcando justamente la pluralidad de estas.

Sobre las nuevas formas de hacer política

Como dijimos lo que ha hecho crisis es uno de los fundamentos más importantes del sistema representativo que organiza la sociedad: la figura del político y su oficio de especialista de la política. No ha caído la política, sino que los políticos. La figura del político y el oficio que implica el arrogarse la representación de las personas en cada coyuntura electoral, parece estar en tela de juicio como forma hegemónica de hacer política. De ahí lo injusto de que se hable de una crisis de la política, cuando se menciona el fenómeno de la abstención electoral derivada del descontento ciudadano. Chile no vive una crisis de la política sino de su sistema político, es por ello que la elite se ve obligada a abrir sus puertas y acoger a nuevos rostros que den la sensación de que sí hay un cambio, he ahí que se comience a hablar de “las nuevas formas de hacer política” al interior del bloque en el poder, intentando cooptar y/o invisibilizar al movimiento social.

¿Cómo se pueden interpretar las nuevas forma de hacer política que se ha construido a contrapelo en años de hegemonía neoliberal, que cristalizó en el movimiento secundario (Cornejo, González, Sánchez, & y Sobarzo, 2010) y que hoy se dispersa y multiplica por las diversas organizaciones que animan, año a año a los movimientos sociales en Chile? (González, 2009)

Al menos cuatro aspectos nos llaman la atención de este ejercicio: cientos de dirigentes que se multiplican y forman en la lucha; trabajo cotidiano y constante como modo de adquirir legitimidad; construido desde la organización social; y el uso de los propios medios de comunicación que crecen al mismo ritmo de la reorganización del tejido social. Sería largo desarrollarlo, pero en lo fundamental, estas prácticas y discursos apuestan a algo distinto que tratar de arrogarse la representación en cada coyuntura electoral y así arreglar el sistema desde adentro.

Ha sido la acción en el espacio de lo cotidiano, en el territorio, en lo local, su sello fundamental. Los jóvenes populares hace años vienen ensayando otras formas de participar en su empeño por transformar el ámbito de las relaciones sociales. Así es como desde los inicios del neoliberalismo en Chile pequeños grupos, colectivos y otras organizaciones reúnen en sus filas a un nuevo tipo de militante, desconfiado/da de las instituciones políticas tradicionales (partidos, municipios, incluso, de las Juntas de Vecinos, cooptadas por el clientelismo electoral), que propone la participación directa de las personas en la (re)construcción de su sociedad, partiendo por ellos/as mismos/as. En las bibliotecas populares, preuniversitarios populares, escuelas libres, centros culturales, radios barriales, cooperativas, y un variado tipo de experiencias  territoriales se ha ido amalgamando una nueva militancia asambleísta, comunitaria y autogestionaria.

Poco a poco, con dificultades y años de perseverancia en el cuerpo (ante la evidencia que nada se puede esperar del Estado), construye día a día, re-crea la educación que quiere con escuelas autogestionadas, bibliotecas populares, talleres para niños/as, jóvenes, mujeres, etc. Re-crea la vivienda y los barrios, organizándose en comités de allegados, tomando terrenos, organizando la población. Se re-crea en el trabajo en cooperativa. Re-crea la sociabilidad construyendo en colectivo y todas esta re-creaciones que vivencia tienen que ver con esbozar en la práctica la sociedad que se quiere.

Esta nueva forma de hacer política nos sorprendió el 2006 cuando “los/las pingüinos/as”, movilizados fueron capaces de tomarse todos los Liceos de Chile (incluso 1 en Isla de Pascua), hacer asambleas locales, zonales y, hasta, nacionales. Llegando a acuerdos, levantando demandas y propuestas. ¿Cómo fue posible esto, tras años de  competencia y consumismo? Con autoeducación y autogestión. Había un movimiento inserto en el movimiento, cientos de dirigentes, todos/as por igual movilizando a sus compañeros/as. De otra forma no se explican tantos Liceos tomados, tantas asambleas realizadas, tantos acuerdos defendidos (hasta hoy) en las calles, con miles marchando. Claro que nos sorprendían, después de 17 años de dictadura, y casi otros 17 de total apatía, nos removió su alta capacidad de movilizarse, sus innovadoras y horizontales formas de organización, y sus acciones -directas contra el poder–, que hacían desmoronar la hipocresía democrática, que llevaba años disfrazando un gobierno empresarial de cada aspecto de las vidas de los chilenos/as.

¿Cuántos voceros/as conocimos entre el año 2006 y 2010? Al menos, decenas. Sólo el 2006 habían al menos 6, que fueron intercambiando la vocería durante el año. Eso continuó en los años siguientes. También fueron cambiando las fórmulas de ellos: parejas, por zonas, etc. Gabriel Salazar[6], le llamó a esta dinámica la desoligarquización de la dirigencia, haciendo referencia al elitista proceso en el cual se constituyó nuestra actual clase política en los años setenta. Ya lo hemos dicho: es un “club muy exclusivo”.

El movimiento social que no busca únicamente representación, sino que principalmente acción y organización, recupera la política y la comienza a multiplicar en sus luchas, que van más allá de la educación. Reclama soberanía territorial y sobre los recursos naturales, denuncia la propaganda sometida a los medios dominantes, recupera espacios, hace asambleas territoriales, comienza a fundar escuelas, corta calles, retoma las huelgas y genera propuesta. Poco a poco retoma la hebra de la construcción de lo que en los años 70 se denominó poder popular. Así, durante ya 2 décadas, al margen de lo electoral, mediante la acción directa; ha ensanchado los estrechos márgenes de la democracia pinochetista, ha revitalizado la cultura popular, denunciando y rebelándose contra la descomposición que el neoliberalismo genera en nuestro pueblo[7], y ha innovado en múltiples formas de organización (colectivos, asambleas territoriales, confederaciones, cooperativas, zonales,  etc), erosionando la hegemonía de los partidos políticos, que tenían secuestrada la política.   Paulatinamente se fortalece un bloque en resistencia, que no es esencialmente antielectoral, sino que más bien apuesta por la construcción social comunitaria, un aspecto esencial para cambiar el sistema.

Por eso este movimiento no votó y rechazó el perfilamiento que el poder hizo de algunos voceros “mediáticos”, aquellos  que tienen más “feeling” con los medios, que son invitados a estelares, seminarios y congresos. Es difícil resistir el convertirse en espectáculo en la sociedad del espectáculo[8]. El movimiento comprendió que ese no era el espacio y que aún no se ha construido la fuerza real que permita realmente disputar algo en el actual escenario electoral.

El gran peligro, la gran amenaza de esta nueva forma de hacer política no fueron las cientos de marchas que se realizaron el año 2011, multitudinarias y nacionales, sino que los cientos y cientos de colegios y liceos tomados, los cada vez más estudiantes que desafiaban abiertamente a la autoridad política y policial, y por último los embriones de control comunitario que tímida pero decididamente comenzaron a proliferar (Alerta C. D., 2011).

Si estos ex dirigentes estudiantiles, ahora diputados, o miembros de directivas de partido, hubiesen sido electos para tal labor representativa, por los cientos de miles de jóvenes que marcharon, que se tomaron sus colegios, que se agarraron con los pacos (policía militar chilena que mantiene el orden público) y los que perdieron el año escolar por estar movilizados, estaríamos hablando de un tremendo gesto político que evidenciaría claramente una intención concreta de hacer una nueva política. Pero, ya lo hemos dicho, estos grupos políticos han hecho del sistema político y del político profesional su enemigo, por lo que no votan. Porque “la nueva forma de hacer política” para la clase o casta política, es muy distinta a las nuevas formas que propone el movimiento social popular. El 58% que no participó en la elección de la nueva Presidenta mira con sorna el hecho de que ella recibirá la banda presidencial del mismo contendiente al que venció el 2006 y al que ella se la puso el año 2010. Adivina buen adivinador, ¿quién es el candidato mejor posicionado de la derecha para competir el 2018? El eterno retorno llevado a su máxima expresión.

Por eso hoy se perfila una nueva política en la base social, aquella que apuesta por una gesta al margen de la democracia representativa, que reivindica a “los albañiles poblacionales” o a “los rebeldes sin pausa”, que con “autogestión, autodidacta y autónoma” están construyendo la nueva sociedad. Así como dice uno de los temas de la banda “Bajavida”, “Si quieres votar,  vota, pero sé consecuente, con sólo una rayita  no defiendes a tu gente. Que nadie te lo cuente, la revolución se vive, porque un pueblo organizado, no sólo vota  decide”[9].

Bibliografía

Alerta, Centro. (11 de Octubre de 2012). Por qué Adherimos a la Campaña Yo no presto el voto. Recuperado el 28 de febrero de 2014, de Centro Alerta: http://www.centroalerta.cl/por-que-adherimos-a-la-campana-yo-no-presto-el-voto/

Alerta, Centro. (2011). Trazas de Utopía. La experiencia de autogestión de 4 Liceos chilenos durante 2011. Santiago, Chile: Quimantú. En línea: http://colectivodiatriba.files.wordpress.com/2012/12/trazas-de-utopc3ada-liceos-autogestionados.pdf

Brook, Carly (2012). Actores Secundarios en el Movimiento Estudiantil Chileno en 2011 y 2012: Un análisis comparativo de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios y la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios. Independent Study Project . En línea: http://digitalcollections.sit.edu/isp_collection/1433

Cornejo, Rodrigo, González, Juan, Sánchez, Rodrigo, & y Sobarzo, Mario (2010). Las luchas del movimiento por la educación… y la reacción neoliberal. En OPECH /Mancomunal del Pensamiento Crítico y CESCC, Alternativas y propuestas para la (auto)educación en Chile (págs. 11 – 39). Santiago, Chile: Quimantú.

Figueroa, Juan Pablo y Miranda, Francisca (2013). Nueva Cámara de Diputados tendrá menor representatividad que la actual. Santiago, Chile: ciperchile. En línea: http://ciperchile.cl/2013/11/21/nueva-camara-de-diputados-tendra-menor-representatividad-que-la-actual/

González, J. (2009). Ciudadanía juvenil en el chile post dictadura. El movimiento Secundario del año 2006 y las Organizaciones de Autoeducación Popular. En OPECH, Juventud y Enseñanza Media en Chile del Bicentenario. Antecedentes de la Revolución Pingüina (págs. 394 – 438). Santiago, Chile: OPECH. En línea: www.opech.cl/editoriales/2009_04/04_28d_doc4.pdf

López, R., Figueroa B., E., & Gutiérrez, P. (2013). La ‘parte del león’: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile. Santiago, Chile: Economía y Negocios. Universidad de Chile. En línea:

http://www.econ.uchile.cl/uploads/publicacion/306018fadb3ac79952bf1395a555a90a86633790.pdf

 

Mercurio, E. (31 de Diciembre de 2013). Mensualidad de colegios con los mejores puntajes PSU supera los $250 mil. El Mercurio . En línea:

http://www.emol.com/noticias/nacional/2013/12/30/637336/mensualidad-en-colegios-top-10-en-la-psu-supera-los-250-mil.htm

 

Sobarzo, M. (2012). Baches en la Ruta. En V. Autores, 2011. Aportes para interpretar una década de lucha por Autoeducación. Santiago, Chile: Quimantú.

Sobarzo, M. (13 de Julio de 2013). Cantos de Sirena Electorales. El Ciudadano . En línea: http://www.elciudadano.cl/2013/07/13/73344/cantos-de-sirena-electorales/

UChile, D. (21 de Agosto de 2013). Juan Emilio Cheyre renuncia a la presidencia del consejo directivo del Servicio Electoral. Radio Universidad de Chile . En línea: http://radio.uchile.cl/2013/08/21/juan-emilio-cheyre-pone-su-cargo-a-disposicion-en-el-servicio-electoral

 


[1] Así se llama el Documental realizado por Ignacio Agüero acerca del rol que tuvo el diario El Mercurio y su dueño, Agustín Edwards, en el Golpe contra Allende y en su rol en la Dictadura para encubrir montajes en crímenes de DD.HH. Dicho documental fue comprado el año 2010 por TV Nacional de Chile, el canal (supuestamente) del Estado, quien hasta hoy se ha negado a transmitirlo por señal abierta. Agustín Edwards es heredero de una larga línea de primogénitos con el mismo nombre quienes heredaron sucesivamente dicho diario, el que es considerado el Decano del periodismo chileno. El diario cuenta con subsidios estatales hasta hoy. Para ver el documental: http://vimeo.com/2426402

 

[2] Desde un punto de vista mediático la llegada de 3  ex dirigentes estudiantiles y uno social al parlamento, emergidos de los conflictos por la educación el año 2011, y, por descentralización, el año 2012, en Aysén: ¿Representa un cambio en esta tendencia, fundacional en nuestra “republica”? Ya volveremos a ellos/ellas más adelante.

 

[3] No es casual, su creador Jaime Guzmán Errázuriz pertenecía al Opus Dei y era un ferviente admirador del sistema administrativo medieval, a tal punto que el grupo que creó en la Universidad Católica para oponerse a la reforma universitaria se llamó gremialismo, en honor a los gremios de esa época y su forma de organización jerarquizada y obediente. Dicho grupo universitario es la principal fuente de liderazgos para el partido mayoritario de la Derecha: la Unión Demócrata Independiente, UDI.

 

[4] Ambos apellidos son parte de la oligarquía chilena desde su fundación.

 

[5] Nuevo nombre de la Concertación más el Partido Comunista y otras fuerzas anteriormente escindidas de la primera, como el MAS, la Izquierda Ciudadana, entre otros.

 

[6] Historiador chileno, premio Nacional en esta área, muy respetado por el movimiento social.

 

[7] Una de las expresiones de este mundo popular es el rap, que se difunde en los muros de las ciudades y en las letras que acompañan a los/las jóvenes populares. Una de estas canciones dice: “Mataron la conciencia, volviéndonos salvajes, a puras botillerías y traficantes en los pasajes” (F-Dren, Una por ti, 2010). https://www.youtube.com/watch?v=CyTFvzUN6aM. [Visitado 2/3/2014. 10:20]

 

[8] Ya en el año 2006, en entrevista al diario La Nación, un dirigente de un Liceo Municipal de Maipú, Francisco Abrigo, señalaba, respecto a los voceros mediáticos del movimiento más cercanos al poder: “Ellos (César Valenzuela y Karina Delfino) tienen la carrera corrida, seguro que en un tiempo más van a aparecer de candidatos a diputado… ¿se imaginan?, ¡un diputado opresor más!”.

Hoy ambos ocupan cargos centrales en una de las juventudes políticas de la Nueva Mayoría.

 

[9] Bajavida. Inconsecuantos. En línea: http://www.youtube.com/watch?v=nrpQ8NtKqFQ. [Visitado: 28/02/2014. 21:30]

 

 

 


[1] Juan González y Rodrigo Sánchez son académicos del Departamento del Psicología y del Departamento de  Educación de la Universidad de Chile. Mario Sobarzo es profesor de filosofía de la educación en la Universidad de Santiago (USACH), en la Universidad de Chile y en la Universidad Católica de Chile. Marcelo Reyes es profesor de historia, ex dirigente de la Toma de Peñalolén. Todos son integrantes de la Cooperativa de Trabajadores Centro Alerta (www.centroalerta.cl), en su seno surgieron las discusiones que dan contenido a este texto.  

 

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