Todos llaman a esta altura del año a hacer balances. ¿Balances por qué? ¿Porque vienen las vacaciones? ¿Por que las movilizaciones se acabaron? ¿O alguien las dio por terminadas? Al igual como Lavín esperaba lograrlo con las prematuras vacaciones de invierno o la intelligentzia (¿o inteligencia militar?) lo hacía frente al fervor futbolero de la Copa América. Quedó demostrado que para los pobres la lucha es sin aliento. Así parece ser al menos para los aún muchos colegios que siguen tomados, incluso ante los sucesivos desalojos y la invisibilización que hizo de ellos la coyuntura electoral universitaria. Tampoco pareciera ser la hora de hacer balances para los estudiantes que perdieron el año por decisión propia, para las madres que siguen apoyando a sus hijos/as, para los profesores que han visto cambiar radicalmente el sentido de su profesión, para que nada siga igual. Si les preguntamos a ellos, hay que seguir luchando, cada vez por más, y sin descanso: no hay otra salida política. Si algún balance hay que hacer es para continuar la lucha, que como los mismo jóvenes sostienen, “recién comienza”.
Es necesario reconocer algunos notables avances del movimiento por la educación. Primero es necesario destacar como se ha complejizado el concepto de educación pública, antes extraño, ajeno, y hoy lleno de significados. La educación pública es estatal, participa la comunidad educativa, no discrimina, es diversa, no lucra, es laica y pertinente a las necesidades de las mayorías. Segundo la educación pública debe ser gratuita en todos sus niveles (UNESCO, 2011). Tras 30 años de neoliberalismo “corroyendo” nuestro sentido común. Tras años de cerrada defensa de la escuela privada podemos decir que comienza a retroceder la escuela y la universidad pagada. Hoy
Lo anterior es resultado de años de movilizaciones, que desde el 2001 comenzaron a golpear la hegemonía ideológica del neoliberalismo en educación, la cual hoy, podemos decir, que está derrotada. Lo que no implica su derrota política y que requiere para esto de la unidad del movimiento por la educación y la suma de otros actores sociales. Sin embargo, el movimiento tiene dificultades para resolver la segregación de clase que le impone la sociedad neoliberal. Lo muestra la desvinculación, aún presente entre el movimiento secundario y universitario (para qué hablar de los profesores). Así como la escasa vinculación que hay con pobladores y trabajadores organizados y sus demandas.
Para avanzar en esto es fundamental aunar un horizonte estratégico de lucha que incorpore las distintas demandas y propuestas que sean capaces de identificar al pueblo en su conjunto, un pueblo que no demanda educación a la elite, menos calidad, pues nunca lo ha hecho. En consecuencia es necesario hoy perfilar la autoeducación popular como un elemento estratégico en las demandas del movimiento popular por la educación y como una práctica política capaz de desarticular el proyecto educativo de la elite.
La propuesta de
Este es quizás el mayor avance logrado en términos de sociedad y el que indica hacia donde debe buscar la unidad el movimiento. En este sentido el presente texto no presenta un balance, sino una de las tantas proyecciones con que nos interpelan estas nuevas generaciones, que elecciones más, elecciones menos, siguen avanzando hace años sin descanso.
Los cientos de colegios que aún siguen en toma, lejos de la atención de los medios, nos convocan a seguir movilizados sin perder la esperanza sólo porque los agoreros de siempre nos señalan que el movimiento ha entrado en declinación. Como lo señala un afiche estudiantil: cuando se despierta de una pesadilla no es posible volver a dormirse.
Ver propuesta educación de la ACES
En: http://www.opech.cl/comunicaciones/2011/12/propuesta_aces_definitiva.pdf
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You can’t control the scale
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