propuesta desde el control comunitario para un nuevo espacio público

propuesta desde el control comunitario para un nuevo espacio públicodía 1

 

 

 

 

 

 

 

 

Venimos desde el crisol de una sociedad que lucha, ama y muere, día a día. Somos quienes no cabemos en las soluciones del poder. Somos los que nos levantamos de la indignación para proponer otro mundo. Nos mueve la esperanza que emana de nuestro pueblo. Hemos echado a andar, juntos/as, rebeldes, libres.

Somos jóvenes, trabajadores/as, profesionales, artistas, estudiantes, profesores/as, pero, también somos mucho más. Somos diversas organizaciones sociales que caminamos hacia la recuperación del control sobre nuestras vidas. Hemos nacido y recorrido nuestra existencia, dentro de una ciudad que nos ha quitado a la gente común el derecho a encontrarnos en las plazas, en las juntas de vecinos, en las calles, expropiándonos de nuestra cotidianidad, volviéndola ajena.

Hoy somos visitantes en nuestra ciudad. La vivimos como una realidad amenazante determinada por los ritmos del capital y la especulación financiera. Derribadas las viejas mansiones en que sólo ayer habitaban los patrones, hoy sus terrenos han quedado vacíos y desde profundas excavaciones se levantan los pilares del sistema, expresados en las pequeñas cajitas que el mercado ofrece como viviendas, mediante créditos esclavizantes. Las deudas se acumulan por el sistema impuesto a la fuerza y anclado hasta los huesos. Cargamos con vidas de pobres pagadas con fichas bancarias, en trabajos que nos roban nuestra más simple humanidad.

Lo ocurrido en la Comuna de Santiago (entre otras comunas con un alto nivel de expansión inmobiliaria), es que se ha ido generando un sistema de concentración de los terrenos baldíos y de viviendas deshabitadas. Especuladores de la tierra y acaparadores de ella son los 2 polos de lo mismo. Esto sucede porque la comuna tiene extensas zonas industriales, que perdieron su uso. También cuenta con escuelas que hoy ya no logran atraer matrícula en contextos de competencia extrema asociada al engaño de la “excelencia académica”; así como otros espacios públicos que no tienen ninguna utilidad en el sistema actual, por lo que se convierten en suculentos botines para una cadena de “inversionistas”. Esto ha hecho nacer verdaderas mega operaciones urbanas que han arrasado con los viejos barrios de la comuna, generando altas concentraciones de población sin contar con espacios adecuados para ninguna otra función que el consumo. De este modo se reproduce el círculo una y otra vez.

Muchos de nosotros somos educadoras y educadores populares que vemos cómo, cada vez más, en los colegios no se reflexiona sobre qué proyecto educativo se pretende desarrollar en dicho espacio, generando una pérdida del sentido público de la educación. Hemos aprendido que la educación que nos quiere dar la elite se reduce a nuestra domesticación e idiotización en el consumo. Frente a ello proponemos la recreación permanente del sentido comunitario de ella. Una educación para la vida y no una educación que nos la haga miserable. Una educación con nosotrxs, no contra nosotrxs. Una educación para soñar, no para estar atrapados en una pesadilla. En fin, una educación que nazca de nosotrxs, de nuestra cultura, de nuestras vivencias, de nuestros problemas reales y que sirva para ir caminando hacia un mañana comunitario, colectivo y democrático.

La actual crisis de la democracia chilena, y el profundo proceso de reflexión y movilización social, ha llevado a la exigencia nacional por un nuevo proyecto de sociedad, más inclusiva, más humana, donde las decisiones dependan de la comunidad y no de especialistas que no conocen el día a día de quienes serán afectados por los proyectos de gestión comunal o barrial. Nos indigna, como habitantes de esta ciudad, el modo en que el Estado crea infinitos mecanismos para beneficiar a los empresarios, que van desde subsidios, hasta lo que incluso sus leyes consideran delictual, aunque esos crímenes nunca paguen. Por otra parte, las organizaciones sociales tenemos todas las trabas posibles para gestionar nuestros proyectos. Desde la precariedad en el aporte de recursos, hasta las engorrosas trabas legales que nos obligan a depender de abogados y todo el aparataje burocrático. En fin, en cada etapa y nivel del aparato estatal, una o más de una barrera se encarga de entrampar el camino de la organización popular. Sin espacios, con leyes hechas a propósito contra ellas, con aportes económicos risibles, especialmente si los comparamos con los que se le hacen a los empresarios, las organizaciones del mundo social se construyen desde abajo, a pulso y en la lucha diaria.

Por esto queremos Control Comunitario. Para ser gestores de nuestra propia educación. Para desarrollar de otro tipo de trabajo sustentado en la cooperación y no en la explotación. Para poder desarrollar y mostrar nuestra cultura que está en permanente construcción y no momificada. Somos parte de una sociedad y un mundo que va caminando hacia su liberación y emancipación cambiando su realidad diaria para comenzar a vivir y no sólo sobrevivir.

La tradición comunitaria nos encauza hacia la materialización y reorganización de las relaciones sociales, en donde no comprendemos lo público como sinónimo de lo estatal, sino como una reapropiación de nuestra existencia, estableciendo democráticamente las normas que estamos llamados a cumplir, sustentando un proyecto educativo por nosotrxs mismxs, eligiendo representantes para obedecer las decisiones de la asamblea y no para levantar sus propias carreras políticas, en fin, como un proceso por el que la propia comunidad educa y se autoeduca en su subsistencia y organización. Por ello entendemos que la institucionalidad debiese estar al servicio de las comunidades organizadas y no debiese ser un espacio para generar clientelas dóciles que sirvan electoralmente. Consideramos que la participación potencia la cohesión social, la cultura política y esto permite afrontar las problemáticas sociales que afectan nuestra vida, como, por ejemplo, la violencia barrial, el consumo problemático de drogas, una educación ingrata con las necesidades materiales o una policía que sólo reprime.

Creemos que para resolver la crisis que nos tiene sumidos en la larga noche neoliberal necesitamos más organización y más posibilidades de ejercerla. Para ello es necesario que los espacios públicos vuelvan a ser eso: espacios de todxs. Para ello proponemos su recuperación y transformación en huertas en donde germinen y florezcan los diversos caminos que permitirán cosechar nuestra soberanía. Espacios que acojan otros proyectos de escuela más significativos a la vida de quienes los habitan. Que hagan posible otros tipos de iniciativas productivas que nos independicen de la flexibilidad y explotación del trabajo. Donde nuevos medios de comunicación democraticen la información y la transmisión de realidades que se censuran de los oficiales. En que los libros puedan ser accesibles a cualquiera. Espacios en constante adecuación a las necesidades y no que las creen artificialmente.

Queremos nuevos espacios públicos vinculados a nuestra realidad para hacerla más humana, no para que un millonario inescrupuloso ponga otro supermercado en el que ir a endeudarnos. No queremos (ni estamos dispuestxs a aceptar) más soluciones para nuestros problemas sin nosotrxs. Hemos venido a decir basta a la vieja política, acostumbrada a cooptar y reprimir. Creemos que el presente nos exige innovar en el poder comunitario y su forma de ejercerlo.

Recuperacción Comunitaria

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